La semejanza de la hija con la hija del vecino despierta temores de infidelidad, pero la verdad es peor.
Emma y Lily giraban en nuestro patio trasero como dos girasoles gemelos disfrutando del sol, su risa resonando en perfecta armonía. Pero, en lugar de llenarme de calidez, me envió un escalofrío inquietante por la columna vertebral. Entrecerré los ojos, tratando de discernir cualquier diferencia entre mi hija y la niña de nuestro nuevo vecino. Eran casi idénticas, compartiendo rizos dorados, narices de botón y el mismo destello travieso en sus ojos. La única característica que las diferenciaba era un par de centímetros de altura.
“¿Heather?” La voz de Jack me sacó de mi ensueño. “¿Estás bien? Pareces haber visto un fantasma.” Forcé una sonrisa, pero me atormentaban pensamientos sobre lo frágil que podría ser nuestro mundo aparentemente perfecto. Cuando Emma llevó a Jack a jugar en el columpio, observé cómo ayudaba a Lily, sintiendo que una sensación de náusea se apoderaba de mí. Su conexión parecía demasiado natural, y no podía sacudirme la inquietante sensación de que algo no estaba bien.
Esa noche, después de arropar a Emma, me encontré revisando viejos álbumes de fotos, buscando signos de los genes de Jack en las fotos de bebé de Emma. Mi curiosidad se transformó en paranoia cuando Jack entró en la habitación. “¿Qué estás haciendo?” preguntó, con confusión grabada en su rostro. Cerré rápidamente el álbum, consciente de la creciente distancia entre nosotros y las preguntas sin respuesta que flotaban en el aire. Los días se convirtieron en semanas, y cada risa compartida entre Jack y Lily profundizaba mis sospechas.
Una noche sin dormir, confronté a Jack, exigiendo saber si Lily era su hija. Su reacción de sorpresa solo avivó mis dudas. Negó vehementemente cualquier aventura, pero se negó a explicar su extraño comportamiento con respecto a los vecinos. Frustrada, decidí buscar respuestas de Ryan, el padre de Lily. Me encontré llamando a su puerta, buscando la verdad. Ryan reveló que la hermana de Jack, Mary, era la madre de Lily, y que había fallecido el año anterior. Me quedé atónita al enterarme de que Jack tenía una hermana que nunca conocí y que había estado luchando con la culpa por su distanciamiento.
Después de escuchar las revelaciones de Ryan, regresé a casa para confrontar a Jack. Al entrar en la cocina, podía ver el peso de sus secretos grabado en su rostro. Cuando le dije que sabía sobre Mary y Lily, se desmoronó, disculpándose profusamente por no haber compartido la verdad antes. Explicó que quería protegerme a mí y a Emma del doloroso pasado familiar. A medida que hablábamos, la distancia entre nosotros comenzó a cerrarse.
A medida que el sol se ponía, nos movimos a ver a las niñas jugar afuera. Sus apariencias idénticas ya no parecían una amenaza; en su lugar, simbolizaban una oportunidad para sanar y reconectar. Emma y Lily giraban a la luz tenue, su risa una promesa de nuevos comienzos. Esta vez, en lugar de helarme, sus sonidos alegres calentaron mi corazón, llenándome de esperanza para el futuro.