En un mundo lleno de retoques estéticos, Julia Roberts eligió envejecer de forma natural: ¿la has visto a sus 56 años?

Julia Roberts, ícono de Hollywood durante más de tres décadas, alcanzó la fama mundial con su inolvidable papel en Pretty Woman en 1990. A lo largo de su impresionante carrera —que incluye un Premio Óscar, tres Globos de Oro y más de 3.800 millones de dólares en taquilla—, ha desafiado las presiones de la industria, especialmente en lo que respecta a los retoques estéticos. A pesar de haber sido nombrada en múltiples ocasiones como una de las mujeres más bellas del mundo por la revista People, Roberts ha optado por dejar que el tiempo siga su curso, sin recurrir a cirugías ni tratamientos invasivos para modificar su rostro.
En una entrevista concedida a la revista Elle en 2010, Roberts expresó su preocupación por las expectativas sociales que empujan a las mujeres a alterar su apariencia desde edades tempranas. Defendió la idea de permitir que el rostro cuente la historia vivida, reflejando emociones, aprendizajes y madurez, en lugar de ceder ante la presión de borrar las huellas del tiempo. Como embajadora de Lancôme desde hace años —un contrato valorado en 50 millones de dólares—, ha sabido reírse de sí misma al autodenominarse una “modelo que envejece”, orgullosa de representar una belleza más realista y honesta. Incluso anima a las personas a aceptar su imagen actual, recordando que con el paso de los años uno termina valorando su yo del pasado con más ternura.
Más allá del cine, Julia encuentra su mayor felicidad en su papel como madre de tres hijos. Ha descrito a su familia como su “universo”, y habla con devoción del amor profundo que siente por su esposo e hijos, a quienes considera el centro de su vida. En una entrevista de 2020, comparó con humor la rutina diaria de preparar a sus hijos para el colegio con la dirección de una gran producción cinematográfica, destacando lo multifacético y gratificante que es su rol fuera de los reflectores.
Durante los años 90 y principios de los 2000, Roberts fue la actriz mejor pagada de Hollywood, alcanzando un récord con los 25 millones de dólares que cobró por Mona Lisa Smile en 2003. En 2020, su patrimonio neto se estimaba en 250 millones de dólares. Sin embargo, a pesar de su fama y fortuna, se mantiene con los pies en la tierra. En una entrevista de 2022, confesó que no le da demasiada importancia a cómo la percibe el público y que se considera una figura “neutral” ante los ojos ajenos. Prefiere centrarse en su vida personal y en sus proyectos, priorizando lo que realmente le importa por encima de la imagen pública.
El éxito duradero de Julia Roberts no solo se basa en su talento y logros en taquilla, sino también en su autenticidad. Su decisión de envejecer con naturalidad, en una industria obsesionada con la juventud, dice mucho sobre sus valores. Al mantenerse firme en sus principios, priorizar a su familia y mostrarse tal como es, Roberts no solo ha consolidado su lugar como estrella del cine, sino también como un ejemplo de integridad y empoderamiento para vivir con autenticidad en un mundo que muchas veces exige lo contrario.