Claudia Cardinale, la célebre actriz italiana, sigue siendo una de las figuras más icónicas del cine, admirada por su belleza, talento y una carrera que se ha extendido por más de seis décadas. Hoy, a sus 86 años, su historia comenzó en 1957, cuando inesperadamente ganó el título de “La italiana más bella de Túnez” a los 18 años. Lo que empezó como una participación accidental en un concurso local cambió por completo el rumbo de su vida, llevándola al Festival de Cine de Venecia y asegurándole un contrato con el productor Franco Cristaldi. Ese fue el punto de partida de una trayectoria que la llevaría a la fama internacional.

Los primeros años de Cardinale en el cine no estuvieron libres de dificultades. Criada en Túnez, hablaba francés en lugar de italiano, lo que provocó que su voz fuera doblada en muchas de sus primeras películas. Su distintiva voz ronca se escuchó finalmente en 8 ½ (1963) de Federico Fellini, marcando un antes y un después en su carrera. Con directores como Fellini y Sergio Leone reconociendo su talento, Cardinale logró dejar atrás la etiqueta de “símbolo sexual” y consolidarse como una actriz de prestigio. Sus interpretaciones en filmes aclamados como El Gatopardo y Rocco y sus hermanos reforzaron aún más su reputación.

En su vida personal, Cardinale enfrentó situaciones dolorosas y mostró una gran capacidad de resiliencia. Siendo adolescente quedó embarazada tras una agresión sexual y se vio presionada a ocultar la verdad. Su hijo Patrick fue presentado públicamente como su hermano menor durante casi veinte años. Cristaldi, quien más tarde se convirtió en su esposo, participó en ese ocultamiento, aunque el matrimonio terminó en divorcio. Posteriormente, Cardinale encontró una relación duradera junto al director Pasquale Squitieri, con quien tuvo a su hija Claudia y permaneció unida hasta el fallecimiento de él en 2017.

A diferencia de muchas de sus contemporáneas, Cardinale eligió un camino profesional basado en la integridad y el arte más que en la fama y el dinero. Aunque trabajó en producciones de Hollywood, rechazó someterse a las presiones del sistema de estrellas y prefirió la libertad creativa del cine europeo, incluso sacrificando mayores ganancias económicas. Además, se mantuvo firme en su decisión de no realizar escenas de desnudos, defendiendo la importancia del misterio como parte esencial de su oficio. Estas elecciones la distinguieron de figuras como Brigitte Bardot y le otorgaron un respeto perdurable en el mundo cinematográfico.

Más allá de sus logros artísticos, Claudia Cardinale ha sido una firme defensora de los derechos de las mujeres. Como Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO, ha trabajado en favor de la educación femenina y continúa alzando su voz por la igualdad y la justicia. Su fortaleza para superar las adversidades, unida a su legado artístico y su compromiso social, la han convertido no solo en una leyenda eterna del cine, sino también en un referente y ejemplo para las nuevas generaciones.