La sorprendente transformación de Hang Mioku: ¡la búsqueda de la belleza se convirtió en una pesadilla!

La cantante surcoreana Hang Mioku fue en su momento celebrada por su belleza y talento, pero su búsqueda de la perfección la llevó a una obsesión desastrosa con las intervenciones estéticas. Inicialmente, buscaba conservar su apariencia juvenil, y comenzó a recibir inyecciones de silicona bajo la piel de su rostro. Al principio, los médicos realizaban los procedimientos de manera profesional, pero a medida que su obsesión crecía y su cara se volvía antinaturalmente grande, los profesionales de la salud se negaron a continuar, algo que no detuvo a Mioku.
Decidida a mantener su apariencia alterada, Hang comenzó a autoinyectarse, utilizando aceite vegetal en lugar de silicona, creyendo erróneamente que obtendría resultados similares. El resultado fue catastrófico: su rostro se inflamó de manera dramática, generando miedo y pánico. A pesar de ello, su deseo de perfección y la envidia por la belleza de los demás la impulsaron a continuar, y más tarde consiguió médicos dispuestos a inyectarle silicona mientras trabajaba en Japón. Admitió que “no soportaba a las personas más bellas” y buscaba ser impecable a cualquier precio.
Al regresar a Corea del Sur, su aspecto se había vuelto irreconocible. Sus padres quedaron impactados: su rostro se había hinchado a un tamaño aterrador con un tono azulado, aunque ella se consideraba atractiva. Ante la negativa de los médicos locales, volvió a inyectarse aceite vegetal, empeorando aún más su situación. Eventualmente, su rostro perdió por completo las facciones humanas, obligándola a reconocer que padecía un trastorno mental. Mioku ingresó a una clínica, admitiendo que las voces en su cabeza la habían empujado a inyectarse el rostro durante años.
Tras recibir tratamiento, Hang Mioku sobrevivió a su trastorno, pero quedó con graves daños faciales que requerían reconstrucción. Sin fondos para cirugía, recurrió a la televisión, participando en un reality show donde los espectadores recaudaron dinero para sus operaciones. Con el tiempo, se sometió a diez cirugías, retirando cantidades significativas de silicona y aceite vegetal de su rostro y cuello. Aunque su apariencia no pudo ser completamente restaurada, los procedimientos aliviaron el dolor físico que había soportado, incluyendo dificultades para cerrar la boca.
Hoy, a sus 58 años, Hang Mioku sigue apareciendo en televisión, compartiendo abiertamente su historia para advertir sobre los peligros de la cirugía estética excesiva. Su relato sirve como ejemplo en Corea del Sur, donde la cirugía plástica se ha vuelto cada vez más común entre los jóvenes. Aunque su belleza fue alterada de manera irreversible, Hang ha recuperado su salud y funcionalidad, usando su experiencia para educar y prevenir que otros caigan en la misma obsesión peligrosa.