Pam Dawber, de 73 años, la querida actriz que conquistó a toda una generación como Mindy McConnell en Mork & Mindy, fue vista recientemente en una rara salida por Los Ángeles, vestida de manera casual con una sudadera gris, jeans acampanados y gafas de sol. Su apariencia relajada fue un recordatorio silencioso de una estrella que se retiró de Hollywood hace mucho tiempo, pero que aún ocupa un lugar especial en la historia de la televisión.

El ascenso de Dawber comenzó en 1978 cuando fue elegida junto a Robin Williams para el spin-off de Happy Days, Mork & Mindy, un proyecto que al principio pensó que “sonaba a la cosa más tonta”. Nunca había oído hablar de Williams, hasta que lo conoció. Su brillante excentricidad y su bondad sin límites cambiaron instantáneamente su primera impresión. Dawber describiría más tarde a Williams como “una de las personas más amables y generosas que he conocido”, recordando con cariño los cuatro años que hicieron que ambos actores se convirtieran en nombres familiares.

Lejos de los reflectores, Dawber construyó una de las historias de amor más duraderas de Hollywood junto a Mark Harmon, estrella de NCIS. La pareja se casó en 1987 —hoy llevan 37 años juntos— luego de que Harmon la contactara por teléfono, después de que un amigo intentara presentarlos. Su relación ha permanecido notoriamente privada, algo que ambos consideraron esencial para la longevidad. Tienen dos hijos, Sean, ahora actor, y Ty, guionista, quienes siguieron discretamente los pasos de sus padres en el mundo del entretenimiento.

Aunque Dawber se alejó en gran medida de la actuación, regresó de manera ocasional para las temporadas 18 y 19 de NCIS, interpretando a la periodista investigativa Marcie Warren junto a su esposo. Aceptó el papel bajo una sola condición: que sus personajes no tuvieran un romance. Esta historia se convirtió en una de sus apariciones más memorables en la última etapa de su carrera.

Entre sus créditos anteriores también se encuentra la comedia de CBS My Sister Sam (1986–1988), un programa marcado para siempre por el trágico asesinato de su coprotagonista Rebecca Schaeffer en 1989, una pérdida que afectó profundamente a Dawber.

Hoy, Dawber elige una vida más tranquila y con los pies en la tierra, lejos del ritmo vertiginoso de su carrera inicial. Sin embargo, su legado perdura: la joven actriz que se sostuvo junto a un torbellino cómico, la compañera de uno de los matrimonios más sólidos de Hollywood y la mujer que se retiró con gracia, manteniendo aún el cariño del público.