“De cachorro adorable a sorpresa inesperada”: lo que sucedió un año después.
Una joven soñaba con tener un perro Spitz, específicamente uno blanco y hembra. Sin experiencia con perros, se lanzó a investigar en internet. Después de familiarizarse con las características y la apariencia de la raza, fue al mercado y compró un adorable cachorro blanco.
La nueva dueña estaba encantada, pero pronto el pequeño perro se convirtió en una fuente de confusión. El cachorro se negaba a obedecer y respondía con gruñidos. La mujer atribuía este comportamiento a la juventud del perro. Sin embargo, a medida que el Spitz crecía, se hacía cada vez más evidente que algo no cuadraba: ¡no parecía un Spitz en absoluto!
Con su cara afilada, su pelaje grueso y su cola alargada, el perro resultaba desconcertante. Mientras que un Spitz se supone que es esponjoso y de rostro afilado, la estructura corporal de este perro era bastante diferente. La mujer amaba a su mascota, pero enfrentaba grandes dificultades.
Durante los paseos, el perro se peleaba con otros perros hasta el punto de que era imposible soltarlo de la correa. Su agresividad hacia los desconocidos era constante, y el adiestramiento resultó ser inútil: el perro simplemente se negaba a escuchar.
La dueña estaba horrorizada. Se había encariñado con la mascota, pero socializarlo era muy complicado. Además, la dieta del perro no era para nada adecuada.
Después de pensarlo, decidió enviar a la mascota a un zoológico. Creía que un zoológico podría proporcionarle la dieta adecuada y la socialización que necesitaba. Si esta decisión fue correcta o no, es discutible. Mucha gente mantiene mascotas más agresivas que un zorro domesticado, pero nuestra protagonista no estaba dispuesta a lidiar con esos problemas.