Hayley Mills, la recordada actriz que conquistó corazones desde los 12 años en la película “Tiger Bay” junto a su padre, vivió una infancia rodeada de arte. En un hogar donde el cine y la escritura eran parte del día a día, actuar le resultó casi instintivo. Su precoz talento brilló en títulos como “Pollyanna” y “The Parent Trap”, que la convirtieron en un ícono infantil. Su actuación en “Pollyanna” le valió un Oscar juvenil, colocándola entre las jóvenes promesas más destacadas del cine, aunque ese reconocimiento también trajo consigo una presión que marcaría su vida adulta.

Pasar de niña prodigio a actriz adulta no fue fácil. El público seguía anhelando a la niña encantadora que ya no era, y esa expectativa le generó una lucha interna. La presión por mantener una imagen perfecta le llevó a padecer bulimia en silencio, mientras los comentarios sobre su delgadez llenaban los medios. Intentaba complacer a todos, sin darse cuenta de que se estaba perdiendo a sí misma en el proceso.

A los 20 años decidió cortar lazos con Disney para ganar autonomía, pero un nuevo golpe llegó a los 21, cuando descubrió que el 91 % del dinero que había ganado de niña había desaparecido en impuestos. Aunque intentó recuperar parte de su fondo fiduciario, sus apelaciones fueron rechazadas. Esta pérdida financiera limitó su capacidad para rechazar papeles que no deseaba, afectando su libertad profesional.

Décadas más tarde, otro desafío puso a prueba su fortaleza: en su cumpleaños número 62, en 2008, fue diagnosticada con cáncer de mama en ambos senos. Aunque inició quimioterapia, los efectos fueron tan devastadores que decidió interrumpir el tratamiento tras tres sesiones. En su lugar, optó por terapias alternativas, una decisión que, según cuenta, la ayudó a sanar. Durante este proceso, el amor por su familia fue su mayor motivación, dándole una nueva perspectiva sobre la vida y el valor de cada día.

Hoy, con 79 años, Hayley Mills sigue activa y admirada en el mundo del cine. Acompañada de su hermana Juliet, sus hijos Crispian y Jason, y su pareja Firdous Bamji, valora los placeres sencillos de la vida. Su consejo a los padres, basado en una vida llena de aprendizajes: dediquen tiempo a sus hijos antes que a cualquier carrera. Su historia es un testimonio de resiliencia, autenticidad y amor por el arte.