¿Quién de nosotros no conoce el cuento de hadas de la belleza que, a través de su amor y amabilidad, transformó a una bestia en un apuesto príncipe? De hecho, la amabilidad puede obrar verdaderas maravillas. Gracias a personas compasivas, un hombre sin hogar común se convirtió en un hermoso y talentoso pianista, evocando admiración en lugar de lástima o disgusto.

En una calle de Sarasota, Florida, durante una exposición de arte, se había colocado un viejo piano rojo, disponible para que cualquiera pudiera tocarlo. Cuando un anciano, desaliñado y con el rostro oculto por un enredo de barba y cabello, se sentó al piano, los transeúntes comenzaron a reunirse cerca para escuchar. La música fluida, que los arrullaba y emocionaba alternadamente con su poderosa energía, captó su atención.

Sin embargo, pocos se atrevían a acercarse al pianista, evitando la proximidad del hombre desaliñado. La música llamó la atención del equipo de noticias de Inside Edition, que decidió de inmediato ayudar al hombre sin hogar.

Los periodistas se presentaron al hombre, que resultó ser Donald Gould. Era un ex Marine que había estudiado piano y logrado un éxito significativo en su arte.

Donald también tenía un hijo a quien amaba profundamente pero que no había visto durante muchos años debido a su vida en las calles y la falta de medios. Después de escuchar su conmovedora historia, el equipo de noticias se comprometió a darle lo que merecía. Primero le ofrecieron una comida, luego lo animaron a afeitarse y a cortarse el cabello—algo que no había hecho en 18 meses. Después, lo llevaron a Sarasota Island Pursuit, donde le proporcionaron un completo conjunto de ropa nueva.

Donald estaba encantado con su nueva apariencia, aunque admitió sentirse algo abrumado por la atención que recibía. Los periodistas lo tranquilizaron diciéndole que lo merecía y fueron un paso más allá al organizar su primer concierto pagado. El evento fue un gran éxito, ganando Donald una suma considerable.

Después del concierto, Donald les dijo a los periodistas que se sentía listo para reconectar con su hijo, ahora que podía ganarse la vida actuando regularmente, con invitaciones que no dejaban de llegar.

¡Solo podemos desearle a Donald la mejor de las suertes en su nueva vida!