En Estados Unidos, tener lavanderías en los sótanos de los edificios residenciales es una práctica común y sumamente conveniente. Inspirados por esta idea, un grupo de emprendedores decidió aventurarse en un negocio similar. Compraron un sótano en un edificio de gran altura y se pusieron manos a la obra.

Uno de los mayores puntos a favor de este espacio era la presencia de una ventana, lo que le daba una sensación de luminosidad y amplitud. Pero antes de comenzar con la renovación, tuvieron que deshacerse de una montaña de objetos en desuso. Para su sorpresa, entre los artículos descartados encontraron algo útil. Por ejemplo, reutilizaron viejos pallets de madera para crear una mesa única, gastando prácticamente nada en el proceso.

Después, llegó la fase de renovación. Una pared revestida con azulejos, ideal para este tipo de negocio, solo necesitó una limpieza profunda para recuperar su brillo, ya que su superficie era fácil de mantener. El resto de las paredes fueron acondicionadas y pintadas en un vibrante tono verde.

El suelo de baldosas también recibió un tratamiento especial: un equipo profesional de limpieza trabajó para devolverle su aspecto original.

Para hacer más cómoda la experiencia de los clientes, instalaron un acogedor sofá en la zona de espera y colocaron todo el equipamiento necesario para la lavandería. Ahora, quienes desean ahorrar tiempo y esfuerzo pueden suscribirse al servicio: en un día programado, un empleado recoge su ropa y más tarde la devuelve fresca, impecablemente limpia y perfectamente planchada.