Cuando esta pequeña apareció por primera vez en la pantalla de televisión, conquistó a todos los espectadores con su carácter vivaz y su apariencia encantadora. Honey Boo Boo enamoró al público en un concurso infantil de belleza, donde se llevó el premio principal. No había dudas de que sería la favorita. Su desparpajo frente a las cámaras y la reacción entusiasta del público en cada una de sus apariciones confirmaban que estaba destinada a brillar. Aquella coronación fue solo el inicio de su trayectoria en el modelaje y la televisión.

Poco después, la niña comenzó a presentar su propio programa, Here Comes Honey Boo Boo. De allí surgió el apodo que todos recordaban y adoraban. Con el paso de los años, Alana no desapareció de la pantalla, participando ocasionalmente en distintos programas. Sin embargo, su vida real distaba mucho de ser un cuento de hadas.

Durante la adolescencia, su aspecto cambió, y no precisamente para bien. Empezó a tener problemas de sobrepeso, algo que en su familia es común: su madre y sus hermanas también sufren de obesidad.

Hoy, con 17 años, está a punto de terminar la escuela y sueña con entrar a la universidad para estudiar medicina. Su objetivo es trabajar con bebés y convertirse en enfermera. Aunque sigue siendo conocida por su faceta televisiva, sus planes de vida sorprenden a muchos. Alana desea que la amen por quien es, no solo por la figura pública de Honey Boo Boo. Desde hace años pide que la llamen por su verdadero nombre y apellido. En realidad, no cuenta con amigas cercanas ni amigos con quienes hablar de corazón a corazón.

Pero no todo es gris: en su vida ya hay alguien especial. Se llama Drelyn Carsville, es cuatro años mayor que ella y le brinda todo su apoyo. A su lado, Alana se siente feliz, olvida sus problemas y vive momentos de alegría.

La joven está madurando y ganando sabiduría, algo que merece celebrarse, pues no todos los niños que alcanzan la fama logran atravesar esta etapa complicada sin heridas profundas.