Hace treinta y cinco años, Stacey Faix, de Pittsburgh, enfrentó una decisión increíblemente difícil. Con tan solo quince años, Stacey quedó embarazada y se sintió incapaz de criar a un hijo. Con el corazón pesado, tomó la dolorosa decisión de dar a su hijo en adopción. Nunca tuvo la oportunidad de sostenerlo antes de que se lo llevaran, y durante décadas, el recuerdo de su hijo permaneció con ella, aunque reencontrarlo parecía imposible debido al anonimato de los registros de adopción.

Todo cambió en noviembre de 2017, cuando Pensilvania aprobó una nueva ley que otorgaba a los adoptados el derecho de acceder a la identidad de sus padres biológicos. Este cambio legal inesperado abrió la puerta para que el hijo perdido de Stacey pudiera buscarla. Sin que ella lo supiera, él había rastreado a su madre y se preparaba para reencontrarse tras más de tres décadas separados.

El reencuentro ocurrió de la manera más inesperada. En mayo de 2018, Stacey se encontraba en la línea de salida del Medio Maratón de Pittsburgh, lista para seguir su pasión por correr. Entre la multitud de corredores y espectadores, le entregaron una carta misteriosa. La curiosidad pudo más, y la abrió sin imaginar que el mensaje que contenía cambiaría su vida para siempre.

Las palabras de la carta no dejaban dudas sobre quién la enviaba: “Han pasado 13,075 días desde la última vez que me viste. No quería hacerte esperar un día más”. Stacey comprendió al instante el significado. Abrumada por la emoción y el asombro, levantó la vista y vio a su hijo por primera vez. Corrieron uno hacia el otro y se fundieron en un abrazo que puso fin a décadas de separación de la manera más poderosa y emotiva imaginable.

Ese reencuentro marcó el fin de una espera de 35 años y el comienzo de un nuevo capítulo en la vida de ambos. Lo que empezó como una decisión desgarradora se convirtió en una historia inspiradora de amor, perseverancia y del poder de las leyes que permiten reunir a las familias. La reunión de Stacey con su hijo en la maratón—mientras ella perseguía su pasión—es un recordatorio conmovedor de que la esperanza puede triunfar, incluso después de décadas de distancia.