Un día, Samantha Smith decidió adoptar un gato de un refugio en lugar de comprar un gatito de raza pura. Luna, su compañera felina elegida, resultó ser una mascota amorosa y leal, siempre al lado de Samantha.

 

Samantha compartió: “Hay un vínculo invisible entre mi gata y yo. Puedo sentir su amor por mí, e incluso los invitados que no son amantes de los gatos adoran a Luna”.

 

A medida que avanzaba el embarazo de Samantha, Luna mostró una notable atención hacia su dueña. Durante los nueve meses, Luna se mantuvo cerca de Samantha, mostrando afecto y atención. Hacia el final del embarazo, Luna comenzó a preparar la casa para la llegada del nuevo miembro de la familia.

 

“En el sexto mes de mi embarazo, Luna comenzó a crear nidos, como si estuviera consciente de la llegada inminente. Organizaba meticulosamente objetos en montones, casi como un nido acogedor para el bebé”, relató Samantha.

 

Curiosamente, Luna siempre realizaba este comportamiento de anidación alrededor de las cuatro y media de la mañana, coincidiendo con la hora en que finalmente Samantha dio a luz. Samantha cree que Luna de alguna manera percibió el parto inminente.

 

Cuando Samantha finalmente dio la bienvenida a su bebé, Luna estaba emocionada de conocer la nueva incorporación pero se mantuvo cautelosa a su alrededor, aún ajustándose a la nueva dinámica familiar.