“El niño que estuvo encerrado en la ‘prisión de hierro’ desde los 6 años”: ¡La impactante historia de vida de Paul Alexander!

Durante más de 68 años, Paul Alexander ha vivido una vida increíble dentro de un pulmón de acero. Al principio, era un niño ordinario, jugando con sus amigos, corriendo sobre la hierba verde y dibujando imágenes infantiles. Desafortunadamente, para Paul y muchos otros niños, el verano de 1952 llegó, después del cual su cuerpo quedó para siempre atrapado en una “prisión” de metal.
A pesar de su difícil destino, Paul encuentra la fuerza y vive lo que considera una vida feliz, extrayendo todo esto del simple hecho de su existencia. En ese fatídico año, muchos murieron en sus “cápsulas-prisiones de metal”, y todos los médicos pronosticaron que Paul no sobreviviría ni unas pocas semanas, pero afortunadamente lo hizo. Muchos de los que aún están vivos recuerdan el verano de 1952 como la peor pesadilla y no quieren experimentar lo que pasaron entonces nuevamente. Ese verano parecía que el infierno había llegado a la tierra, ya que los termómetros nunca bajaban de 30 grados Celsius, incluso por la noche. Pero la verdadera amenaza era la poliomielitis, que asolaba el país.
En ese momento, los médicos aún no habían encontrado una vacuna para la poliomielitis, y la enfermedad era peligrosa porque afectaba no a adultos o ancianos, sino a los más vulnerables: los pequeños niños que aún no habían probado todas las alegrías de la vida. Cada día, cientos de niños no sobrevivían a la noche de verano de 1952. A lo largo de América del Norte, se tomaron las siguientes medidas para prevenir esta terrible epidemia: se impusieron toques de queda, se restringieron las visitas a todos los lugares públicos, incluidas las iglesias, y los autos recorrían la ciudad rociando las calles con insecticidas. En ese momento, se creía que el rociado ayudaría a liberar a la ciudad de los mosquitos, ya que se consideraban portadores de esta infección. Desafortunadamente, no fue así.
Así, en uno de los calurosos días de julio, como recuerda Paul, estaba jugando con juguetes en el patio trasero, y comenzó a caer una fresca lluvia, lo cual no podía menos que alegrarle, ya que la temperatura exterior superaba los +40 grados Celsius. Y de repente, de la nada, comenzó a dolerle agudamente la cabeza y a sentir dolor en el cuello. La madre de Paul, al notar la indisposición de su hijo, rápidamente lo llevó a la cama, esperando que solo fuera un resfriado común. El médico que acudió a la casa determinó que no era un resfriado, sino poliomielitis.
Después de ser dado de alta del hospital, Paul continuó su tratamiento en casa, y la mayor parte del tiempo aún pasaba en su “prisión de hierro”. Para aliviar de alguna manera el sufrimiento de su hijo, la madre de Paul invitó a la doctora Sra. Sullivan a su casa. Al principio, Paul le tenía miedo, ya que el tiempo pasado en el hospital dejó una fuerte huella en su psique. Pensó que si un médico venía a verlo, era porque las cosas estaban muy mal, pero con el tiempo se dio cuenta de que la Sra. Sullivan estaba allí para enseñarle a respirar de forma independiente. Así, tendría la oportunidad, aunque breve, de salir de su “hogar de hierro”.
Gracias a su resiliencia y determinación para vivir, Paul no descuidó su entrenamiento físico y continuó ejercitando sus pulmones. Esto, eventualmente, le permitió salir de la cápsula durante unas horas. Así pasaba el tiempo, Paul entrenaba su cuerpo y, lo más importante, no abandonó sus estudios, completándolos con éxito a través de la educación en casa.
Después de obtener su educación superior, Paul encontró trabajo con éxito como abogado. Para asistir a las audiencias judiciales, utilizaba una silla especial para su transporte. Comenzó a llevar una vida bastante activa. Además de su trabajo, asistía a la iglesia todos los domingos y disfrutaba ir al océano, observando y escuchando las olas romper.
Paul es muy temperamentado por naturaleza, como es típico de cualquier abogado, pero rápidamente perdona y es encantador. Todo esto le ayudó a experimentar todas las alegrías de este mundo. Durante mucho tiempo, luchó por los derechos de las personas con discapacidad porque, como nadie más, comprendía todas las dificultades de sus vidas. Desafortunadamente, en los últimos años, la salud de Paul ha empeorado significativamente.
Sí, quizás todo esto le parezca ridículo y divertido a algunos, pero Paul está acostumbrado a ir hasta el final, y ningún obstáculo lo detiene.
Después de todo, es uno de los pocos que logró sobrevivir en un momento en que la enfermedad reclamó miles de vidas. Y trabajar acostado en una cápsula, con un lápiz en la boca, le parece un asunto trivial. En cuanto a su vida personal, nunca le ha ido realmente bien. Aunque cuando habla de su cuidadora Katie, que lo ha estado atendiendo durante varios años, sus ojos se iluminan, pero él lo niega todo.