Fue una vez nominada al Oscar y un ícono de belleza en Hollywood: ¿Puedes adivinar quién es ahora a sus 83 años?

Sam Elliott, el veterano actor que se ha convertido en un emblema del cine del Oeste, lleva más de cinco décadas dejando huella en Hollywood. Su voz profunda y su inconfundible bigote lo convirtieron en el rostro perfecto para interpretar a esos personajes rudos y memorables que marcaron una época. Aunque comenzó con papeles pequeños en westerns clásicos, su gran oportunidad llegó en 1976 con Lifeguard, una cinta alejada del género. Fue durante ese recorrido profesional que conoció a la actriz Katharine Ross en el rodaje de The Legacy en 1978, aunque ya se habían cruzado antes: ella protagonizaba Butch Cassidy and the Sundance Kid y él solo era un extra. Aquel encuentro marcó el inicio de una historia de amor que culminó en matrimonio en 1984 y en el nacimiento de su hija, Cleo Rose Elliott.
Sam nació en Sacramento, California, pero creció en Oregón, donde su padre le enseñó el valor del trabajo duro. Aunque pasó brevemente por la universidad, fue su participación en Guys and Dolls lo que encendió su pasión por la actuación. Con el sueño de triunfar, se mudó a Los Ángeles, donde se formó como actor mientras servía en la Guardia Nacional Aérea de California. Más allá del cine, su voz grave se volvió tan popular que lo llevó a protagonizar campañas publicitarias como la del Consejo de la Carne de EE. UU., lo que le dio la estabilidad económica necesaria para elegir proyectos por su calidad, no por el cheque.
A lo largo de los años, Elliott ha sido una constante en la industria, testigo de los cambios tecnológicos que transformaron Hollywood. Sin embargo, su enfoque se mantiene: lo importante siempre será la historia y la profundidad del guion. Aunque su apariencia lo encasilla muchas veces en roles del viejo oeste, su trayectoria demuestra una gran versatilidad. Él mismo recuerda entre risas cuando un director le pidió una vez que “hablara un poco menos sureño”. Además, confiesa que prefiere interpretar personajes que dejen un mensaje positivo o reflexivo, evitando villanos que puedan dejar una mala impresión.
La relación con Katharine Ross floreció más allá del set, convirtiéndose en un matrimonio duradero basado en el respeto mutuo y en superar juntos los altibajos de la vida. Ross, reconocida por su trabajo en Butch Cassidy and the Sundance Kid y otras producciones del oeste, comparte con Sam una sensibilidad y visión artística muy similares. Juntos han trabajado en proyectos como Conagher, que le valió a él una nominación al Globo de Oro, y en la obra benéfica Love Letters, donde demostraron su química también sobre el escenario.
Ross, amante de los caballos desde siempre, inició su carrera en San Francisco antes de abrirse paso en la televisión, especialmente en producciones del oeste. Fue incluida en el Salón de la Fama del Museo Nacional del Vaquero siete años después que Elliott. Ella reconoce que, además de su carisma natural, fueron la voz, el bigote y la rudeza encantadora de Sam los que la conquistaron. Hoy en día, forman una de las parejas más queridas y respetadas de Hollywood, unidas por el amor, la pasión compartida por la interpretación y la determinación de caminar juntas por la vida, sin importar las tormentas.