¡Gemelas siamesas celebran la vida 2 años después de la cirugía!: ¿Cómo lucen ahora?

La llegada de gemelos suele ser motivo de inmensa alegría, pero cuando se descubre que están unidos al nacer, ese entusiasmo se transforma en un desafío abrumador. Así fue para Heather y Riley Delaney, quienes recibieron la impactante noticia de que sus hijas venían al mundo con sus cabezas unidas. Como si eso fuera poco, las pequeñas nacieron diez semanas antes de tiempo mediante una cesárea de emergencia, pesando apenas unos 900 gramos cada una. Las llamaron Erin y Abbey, y su diagnóstico —gemelas craneópagas— es una condición extremadamente rara, que se presenta en solo seis de cada diez millones de nacimientos gemelares.
Las complicaciones eran muchas: no solo compartían piel, sino también vasos sanguíneos esenciales y tejido cerebral, lo que hacía que cualquier intento de separación fuese un procedimiento altamente riesgoso. Debido a su estado delicado y prematuro, no podían ser operadas de inmediato. Así, las pequeñas vivieron unidas durante casi un año, mientras un equipo de cirujanos se preparaba cuidadosamente para lo que sería una intervención quirúrgica de altísima complejidad. La cirugía, que duró catorce intensas horas, fue un hito médico: una de las separaciones exitosas más tempranas registradas entre gemelas unidas por la cabeza.
Sin embargo, la operación no marcó el final del camino. Erin y Abbey tuvieron que someterse a otras cirugías posteriores para reconstruir partes del cráneo que compartían. Además, como nunca habían podido caminar o gatear estando unidas, comenzaron una larga etapa de terapia física para fortalecer sus piernas y desarrollar habilidades motoras básicas. Para sus padres, este proceso fue aterrador y agotador, pero también profundamente esperanzador: una transición hacia una nueva etapa.
Hoy, más de un año después de la separación, Heather y Riley se sienten enormemente agradecidos por los avances de sus hijas. La operación les ha regalado la oportunidad de disfrutar momentos individuales con cada niña, algo que valoran profundamente. “Aunque ha sido un viaje largo y lleno de altibajos, Riley y yo estamos felices de ver cómo progresan las niñas”, compartió Heather con emoción.
Actualmente, Erin y Abbey son dos pequeñas alegres y llenas de energía que avanzan con paso firme en la vida. Sus padres comparten su inspiradora historia no solo para celebrar los logros de sus hijas, sino también para brindar aliento a otras familias que enfrentan situaciones similares. Su experiencia es una prueba viviente del poder de la ciencia, del amor incondicional de unos padres decididos, y de la increíble capacidad humana de superar lo imposible.