Kim Basinger, alguna vez aclamada como el “Ángel de Hollywood”, enfrentó críticas por el uso excesivo de la cirugía plástica en su búsqueda de la juventud eterna. En los años 90, fue de las primeras en probar el botox, lo que le dio un aspecto notablemente liso, aunque algo rígido.

Sin embargo, en la década de 2000, su dependencia de la cirugía se volvió más evidente, provocando cambios drásticos en su rostro. Una operación fallida de párpados en 2013 le dejó los ojos redondos y hundidos, lo que la llevó a someterse a procedimientos correctivos adicionales.

Recientes fotografías de una fiesta de su hija mostraron nuevas modificaciones, incluyendo lifting con hilos, rellenos en los pómulos y más botox, otorgándole un aspecto poco natural.

Desde entonces, Basinger ha evitado aparecer en público, lo que ha generado especulaciones sobre su deseo de ocultar los resultados de sus intervenciones. Algunos observadores notan un ligero hinchazón en su rostro, lo que sugiere que podría haber detenido nuevos procedimientos.

A pesar de esto, ejemplos como Helen Mirren o Meryl Streep demuestran que la belleza natural puede perdurar sin necesidad de cirugías extensas, incluso en la edad adulta.