La impresionante chica trofeo que cautivó a millones, pero se fue demasiado pronto: ¿Puedes adivinar quién es?

Barbara Roufs, una figura célebre en las carreras de drag de los años 70, redefinió el papel de la chica trofeo, convirtiéndose en un ícono cultural de la edad dorada del deporte. Nacida en el sur de California en 1944, estuvo profundamente influenciada por la próspera cultura automovilística de la región, que moldeó su futuro en el mundo de las carreras. Su presencia en las pistas de carreras era electrizante, ya que su belleza deslumbrante, energía radiante y carisma magnético la convirtieron en la favorita tanto de los aficionados como de los corredores.
Su ascenso a la fama fue paralelo a la rápida evolución de las carreras de drag, con autos más rápidos y un creciente énfasis en el entretenimiento, lo que preparó el escenario para su estrellato. El estilo característico de Roufs, con su cabello suelto, botas go-go y atuendos aireados, personificaba el sentido de libertad y emoción de la época. En 1973, alcanzó la cima de su carrera cuando fue coronada como la chica trofeo campeona de la PDA, consolidando su lugar en la historia del deporte. Su imagen se convirtió en sinónimo del mundo de alta energía de las carreras de drag, apareciendo frecuentemente en anuncios y recuerdos que siguen cautivando a los entusiastas hasta hoy.
A pesar de su personalidad pública, Roufs mantenía una vida privada, equilibrando su tiempo bajo los reflectores con sus compromisos familiares. Se casó y tuvo una hija, Jet Dougherty, quien desde entonces se ha dedicado a preservar el legado de su madre. Trágicamente, la vida de Roufs terminó en 1991 cuando decidió ponerle fin a su vida a la edad de 47 años. Su partida fue una pérdida desgarradora, pero a través de los esfuerzos de su hija, su memoria sigue viva a través de fotografías, relatos y tributos de los fans que continúan celebrando sus contribuciones a las carreras de drag.
Más allá de su presencia en los eventos, Roufs desempeñó un papel vital en la formación de la cultura de las carreras de drag. Su encanto natural y su innegable poder de estrella ayudaron a elevar el deporte, atrayendo nuevas audiencias y añadiendo un toque de glamour al mundo de alta velocidad de la competencia. Incluso décadas después de su fallecimiento, su imagen sigue siendo una parte muy apreciada de la historia de las carreras, con coleccionistas y entusiastas buscando recuerdos que la inmortalicen como un símbolo de la época.
Barbara Roufs fue mucho más que una chica trofeo; fue una pionera que dejó una marca indeleble en las carreras de drag. Su legado se preserva no solo a través de las nostálgicas fotografías y relatos, sino también a través de la admiración perdurable de aquellos que recuerdan su influencia. Como figura que personificaba la emoción y la belleza de la cultura de las carreras de los años 70, sigue siendo un ícono querido e inolvidable.