Las viudas en la India no tienen nada que envidiar. ¿Qué rituales les esperan después de perder a sus esposos?
Hace varios siglos, las viudas en la India eran quemadas en la pira.
Es imposible expresar con palabras el dolor que experimenta una persona al perder a su ser querido. Para las viudas indias, la vida después de la partida de sus esposos se convierte en una prueba constante: pierden su hogar y se convierten en parias en la sociedad en todos los sentidos. Hace siglos, incluso las enviaban directamente a la pira. Vamos a hablar sobre las costumbres salvajes del viudo en la India.
En 2008, Mandju Rai, una residente de la India, quedó viuda. Millones de mujeres en diferentes partes del mundo enfrentan esta tragedia. Pero quizás solo en la India, el estado de viuda convierte la vida de una mujer en una verdadera pesadilla. Mandju Rai no fue una excepción. Al principio, sintió que después de la muerte de su esposo, sus hijos la trataban peor. Y en 2015, su hija y su yerno la echaron de la casa.
“Me consideraban una carga para la familia. Mi hija y su esposo no querían asumir la responsabilidad por mí. A mi edad, no podía luchar contra ellos”, contaba Mandju.
No tenía a dónde ir, así que fue donde miles de viudas de toda la India solían ir: a la ciudad de Vrindavan, también conocida como la “Ciudad de las Viudas”. Se encuentra en el estado de Uttar Pradesh, a orillas del sagrado río Yamuna. Mandju Rai tuvo que recorrer 1,400 kilómetros, nunca había viajado tan lejos y mucho menos sola. Pero no tenía otra opción: no sobreviviría en la calle.
Vrindavan es un lugar sagrado para la mayoría de los hindúes. Se cree que aquí nació Krishna, uno de los dioses más venerados en el hinduismo. Esta polvorienta ciudad tiene más de 5000 templos y ashrams. Aquí también viven más de 10,000 viudas de toda la India, la mayoría de las cuales viven en la pobreza y el desprecio, sobreviviendo mendigando en las calles.
Mandju Rai tuvo suerte: en Vrindavan logró encontrar un lugar en un refugio estatal, donde compartía habitación con otras tres viudas. Recibe una pensión mensual de 300 rupias (4.50 dólares) del gobierno y 2000 rupias adicionales (30 dólares) más asistencia médica de una organización benéfica. Muchas otras viudas no reciben nada en absoluto.
India tiene la mayor cantidad de viudas en el mundo, pero muchas de ellas enfrentan maltrato, violencia, robo de propiedades e incluso esclavitud, según defensores de derechos humanos. Pero hace doscientos años, las viudas indias estaban obligadas a seguir a sus maridos en la muerte.
En el año 510 d.C., en una ciudad del estado de Madhya Pradesh, se llevó a cabo por primera vez el sati: un ritual en el que la viuda es quemada viva en la pira funeraria de su esposo. En aquel entonces se creía que una mujer cuyo esposo había muerto ya no debía vivir, porque no había logrado salvar su alma.
Además, la quema de la viuda en la pira se consideraba una prueba de su amor por su esposo. A las mujeres se les inculcó la creencia de que su destino era dedicar su vida a sus esposos incluso después de la muerte. Después de este acto, los parientes de la viuda eran tratados con gran respeto. Algunas realizaban el sati voluntariamente, mientras que a otras las llevaban al fuego por la fuerza.
Mientras tanto, si la viuda seguía viva, la encerraban en casa, se le prohibía participar en cualquier ceremonia y hasta los parientes cercanos evitaban el contacto con ella. El término “sati”, también conocido como “satti”, se traduce del hindi y del sánscrito como “mujer casta”.
La tradición del sati existió en India durante muchos siglos. Pero en 1829, cuando los británicos gobernaban el país, las autoridades decidieron poner fin a este ritual salvaje. El primer gobernador general de la India, William Bentinck, emitió un decreto prohibiendo el sati. Todos los que ayudaran de alguna manera a las viudas en la realización del ritual o las obligaran a ello serían considerados culpables de asesinato.
En la India, es muy común que una viuda rechace la comida no vegetariana, y si es vegetariana, debe olvidarse de las especias, la cebolla y el ajo. La razón de esta creencia es que la comida no vegetariana o las especias son afrodisíacos. Pero a la viuda se le supone vivir en abstinencia, por lo que no puede comer ciertos alimentos que despiertan sus deseos carnales. Estas costumbres todavía se siguen observando, y las viudas, especialmente las de mayor edad, siguen este mandato con firmeza.