Mi esposo salía cada noche a cavar en el jardín… Un día decidí seguirlo, y lo que descubrí bajo la tierra me hizo temblar

 Mi esposo salía cada noche a cavar en el jardín… Un día decidí seguirlo, y lo que descubrí bajo la tierra me hizo temblar

Últimamente, mi marido se comportaba de una forma que me ponía los nervios de punta. Pasaba horas fuera de casa sin decir a dónde iba, regresaba al amanecer o, a veces, ni siquiera volvía. Cuando le preguntaba, respondía con frases cortas, molesto, como si ocultara algo que no debía saberse.

Una noche, desperté de golpe y lo vi levantarse con sigilo. Creyó que dormía. Se calzó en silencio, tomó algo del pasillo y salió. Mi corazón empezó a latir con fuerza; una curiosidad angustiante me empujó a seguirlo.

Desde la ventana lo observé dirigirse al fondo del jardín. Miró alrededor, asegurándose de estar solo, y entonces, con movimientos rápidos, comenzó a cavar la tierra. Me quedé inmóvil, envuelta por la oscuridad y el miedo, mientras lo veía excavar una pequeña fosa, depositar algo dentro y cubrirlo de nuevo con prisa. No pude distinguir qué era, pero su comportamiento me heló la sangre.

La noche siguiente hizo exactamente lo mismo. Ya no podía soportar la incertidumbre. Cuando él se marchó a trabajar a la mañana siguiente, tomé una pala y fui al jardín acompañada de nuestra perra. Ella se puso nerviosa de inmediato: ladraba, olfateaba el suelo, arañaba la tierra justo en el mismo punto donde mi esposo había cavado.

El aire se volvió pesado. Cuanto más excavábamos, más fuerte era la sensación de que algo terrible dormía bajo aquella tierra. Entonces vi la esquina de un viejo saco, húmedo y cubierto de barro. Un olor denso, antiguo, se escapó de la tierra removida. Di un paso atrás, pero mi perra seguía removiendo con insistencia hasta dejar el saco al descubierto.

Mis manos temblaban cuando lo abrí. Dentro había restos de cosas que no deberían estar allí: ropa vieja, un zapato de mujer y un pequeño objeto metálico. Era un colgante. Lo reconocí al instante. Lo había visto años atrás, colgado del cuello de una joven que había estado con mi marido antes de casarse conmigo. Él me había dicho que ella se había mudado al extranjero… que hacía mucho no sabía nada de ella.

En ese momento, lo comprendí todo. No estaba enterrando basura, ni recuerdos. Estaba ocultando un pasado oscuro que había intentado borrar con sus propias manos.

Y ahora que lo sé, apenas puedo dormir. Cada vez que cae la noche, escucho pasos en el jardín y el sonido lejano de una pala. Temo el momento en que él descubra que la tierra ha vuelto a ser removida.

Related post