Recientemente, de camino a casa, me encontré con dos sillones de la era soviética destinados inicialmente a la basura. Vi su potencial y decidí rescatarlos. Lo que no sabía era que esta decisión improvisada me llevaría a cumplir un sueño largamente acariciado: restaurar sillones vintage. Estas piezas en particular tenían historia; alguna vez formaron parte de una casa de campo y fueron descartadas por mi suegra a pesar de mis súplicas por conservarlas. Aprovechando la oportunidad a principios de diciembre, comencé el viaje de restauración y completé el proyecto para el 8 de marzo. Aunque el proceso tuvo sus desafíos, como la falta de experiencia y materiales fácilmente disponibles, el resultado final habla por sí mismo. En lugar de detallar extensamente, te invito a ver la transformación a través de las imágenes adjuntas.

Así llegaron al garaje.

Comencé a desmontarlos.

Restos de vapor del cojín.

La máquina lijadora en acción.

Debería haber lijado en algún lugar al aire libre. Todo el garaje lleno de polvo y el olor a barniz.

Cuando me cansé de lijar, desmonté el segundo sillón.

La cola era terrible. Tiré tres pares de guantes. Se pega a todo.

Dos capas de barniz color palisandro.

Comenzando con la coloración.

Reforcé con correas adicionales.

Pegué paralón. Lo hice más grueso en el asiento.

Lo cubrí todo con tela.

Pedí la tela en línea. Quería que fuera elegante. También añadí un ribete.

Si las dimensiones de las fundas se hubieran hecho correctamente desde el principio, prácticamente encajarían en el asiento.

Cubrí la parte trasera y el fondo con cuero sintético. Por suerte, sobró.

Así es como lucía el primer sillón después de dos meses en un garaje sucio.

Y así llegaron a nuestra casa el 8 de marzo.

Adiós a todos.