Se fue de casa a los 14 años para perseguir su sueño de la “música”: ¡hoy es una superestrella global que bate récords!

 Se fue de casa a los 14 años para perseguir su sueño de la “música”: ¡hoy es una superestrella global que bate récords!

Dua Lipa nació en Londres en 1995, hija de padres albaneses que habían huido del conflicto en Bosnia y Kosovo tres años antes. Su infancia estuvo marcada por la herencia cultural y la fortaleza de su familia. Su madre, originaria de Bosnia, y su padre, kosovar, provenían de un linaje de firmeza: el abuelo paterno de Dua fue un historiador que se negó a reescribir la historia de Kosovo durante la ocupación serbia. Desde pequeña, Dua creció con un fuerte sentido de identidad.

Aunque nació en el Reino Unido, a los 11 años se trasladó con su familia a Kosovo. Allí, se reencontró con la tierra natal de su padre y conoció más de cerca a sus primos y sus raíces. Pero a los 14, un anhelo muy profundo la impulsó a regresar a Londres, convencida de que solo en una ciudad cosmopolita podría hacer realidad su gran sueño: triunfar en la música.

Con determinación, regresó a Londres bajo el argumento de que necesitaba continuar sus estudios en inglés para acceder a una universidad británica. Pero esa excusa escondía su verdadero propósito: perseguir su pasión musical. Comenzó a asistir los sábados a la prestigiosa Sylvia Young Theatre School y grabó maquetas que con valentía subió a YouTube y SoundCloud. A pesar de vivir con amigos de la familia, mantuvo la confianza que sus padres habían depositado en ella, demostrando madurez y una disciplina admirable. Esa perseverancia la llevó a buscar contactos en la industria musical hasta que encontró un mánager que apostó por su talento y la ayudó a abrirse camino.

Desde pequeña, Dua mostraba un amor profundo por la música. Solía cantar para amigos y familiares, y su talento fue tan evidente que, con solo nueve años, su profesora de canto en Londres la promovió a una clase de adolescentes. En Kosovo, vivió la efervescencia del hip-hop local y soñaba con ver a grandes artistas internacionales actuando en su ciudad. Una vez alcanzó el éxito, cumplió esa promesa consigo misma al fundar el Sunny Hill Festival, trayendo a músicos de fama mundial a su tierra natal, una forma de retribuir a su comunidad y honrar sus raíces.

Mientras construía su carrera, Dua también reflexionaba sobre su niñez y los sacrificios de su familia. Admiraba la tenacidad de sus padres, que lograron reconstruir sus vidas en Londres tras la guerra, trabajando sin descanso y estudiando al mismo tiempo. Recordó cómo en su infancia deseaba tener un nombre más común, aunque con el tiempo aprendió a amar el suyo: “Dua”, que en albanés significa “amor”. Además, observaba con cariño la relación sólida de sus padres, lo cual le generó cierta presión interna al estar soltera en sus veintitantos, hasta que comprendió que era esencial centrarse en uno mismo antes de pensar en una pareja seria.

Hoy, aquella adolescente que alguna vez deseó llamarse de otra manera, es una de las figuras más destacadas del pop internacional. Ha batido récords mundiales, conquistado los Grammy y protagonizado un concierto virtual con cifras de audiencia asombrosas. Recientemente recibió la ciudadanía albanesa, sumando un logro simbólico más a su lista. Pero más allá del reconocimiento profesional, Dua Lipa sigue siendo una joven con los pies en la tierra, agradecida por el viaje que comenzó a los 14 años, cuando decidió perseguir sus sueños más allá de las fronteras, guiada por su talento y el espíritu inquebrantable de su familia.

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