Turkmenistán, a menudo considerada una de las naciones más aisladas del mundo, ha implementado recientemente una serie de normas que rigen la apariencia de las mujeres. Desde 2018, por ejemplo, teñirse el cabello de rubio está prohibido para las mujeres.

En ciertos organismos gubernamentales, ahora el atuendo tradicional y los pañuelos para la cabeza son obligatorios. Además, tratamientos de belleza aparentemente inocuos como las extensiones de pestañas y las uñas acrílicas también están vedados.

Las cirugías estéticas y los tratamientos de belleza ahora se realizan de forma discreta en los hogares y son exclusivos para una clientela de confianza.

Frases como “Prefiero las manicuras en tonos sutiles”, “Me he hecho algunos retoques estéticos sin llamar la atención”, “Me colocan extensiones de pestañas en secreto con una amiga pero no lo comento con nadie”, “Me hice una rinoplastia sin que nadie se diera cuenta” y “Mi familia se opone a que me someta a cualquier cirugía estética”, reflejan las experiencias de las mujeres turcomanas que navegan por estas restricciones.