La Princesa Diana era una persona profundamente emocional. Podía ser una amiga maravillosa y una madre amorosa. Diana era empática y generosa, cualidades que la hicieron querida por el mundo. Sin embargo, Diana tenía otra faceta. Podía desagradarle alguien intensamente y ser muy dura en su enojo.

Desafortunadamente, Sophie, la esposa del Príncipe Edward, cayó víctima de la ira de Diana. En ese momento, circulaban rumores de que Sophie era una copia exacta de la propia Diana. En su juventud, Edward había estado enamorado de la esposa de su hermano mayor, y buscaba una pareja que se pareciera a Lady Di. Los medios comenzaron comparaciones implacables entre las dos mujeres, encendiendo tensiones entre ellas.

La situación se agravó por el hecho de que Sophie era la favorita de la Reina y de toda la familia real, a diferencia de Diana. La ira de la Princesa se dirigió directamente a Sophie. Diana frecuentemente hacía llorar a Sophie, burlándose de sus atuendos y apariencia. Diana se refería a la prometida de Edward como “mi reemplazo”. Naturalmente, toda la familia real se unió en defensa de Sophie.

Diana enfrentó reprimendas de la Reina, la Reina Madre e incluso de la Princesa Margaret.

Esta última una vez se dirigió a Diana con el mordaz comentario, “Sophie podrá ser simple, pero tú simplemente eres una perra.”