¡Su rostro quedó destrozado hasta que una cirugía revolucionaria le devolvió la esperanza! ¡Mira las fotos!
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- December 5, 2025
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En marzo de 2012, Richard Norris se sometió en el Centro Médico de la Universidad de Maryland al trasplante facial más completo jamás realizado: una operación pionera de 36 horas, en la que se reemplazaron casi todas las estructuras de su rostro —mandíbula, lengua, piel y musculatura— dejando intactos únicamente los ojos y la parte posterior de la garganta. El donante fue Joshua Aversano, de 21 años, fallecido trágicamente en un accidente de tráfico. La cirugía marcó un antes y un después tras el accidente con arma de fuego que, en 1997, había dejado a Norris gravemente desfigurado y lo había condenado a años de aislamiento.
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El trasplante transformó su vida de formas que él nunca imaginó. Antes, Richard solo salía de noche para evitar miradas, ocultando su rostro con mascarillas quirúrgicas. Tras la operación, volvió a sentirse parte del mundo. En 2012 confesó: “Antes la gente me miraba por mi desfiguración. Ahora me miran asombrados por lo lejos que he llegado.” Su nuevo rostro le devolvió la libertad, la posibilidad de relacionarse y la oportunidad de ser visto no por sus heridas, sino por quién era realmente.
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Richard ha expresado una y otra vez su gratitud hacia el equipo médico y, sobre todo, hacia la familia de Joshua. En una gala benéfica dijo: “Gracias, Joshua. Siempre estaremos agradecidos a ti y a tu familia por este regalo de vida.” Sus palabras reflejan el inmenso acto de generosidad del donante, gracias al cual un hombre pudo renacer, física y emocionalmente.

La dimensión humana de la operación alcanzó su punto más emotivo cuando Richard conoció por primera vez a Rebekah Aversano, la hermana de Joshua, un encuentro grabado por 60 Minutes Australia. Ella le preguntó si podía tocar su rostro, y Richard aceptó sin dudar. Al posar la mano sobre su frente, pronunció la frase que sintetizó toda la magnitud de la historia: “Este es el rostro con el que crecí.”

La historia de Richard Norris es un poderoso testimonio del impacto de la innovación médica, de la valentía de las familias donantes y de la resistencia del espíritu humano. Su viaje va más allá de la ciencia: habla de esperanza, de renovación y de los profundos lazos que pueden surgir incluso de la tragedia, recordándonos el valor que implica tanto dar como recibir el regalo de una nueva vida.
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