¡Una mujer de más de 50 años creó la casa de sus sueños! ¡Echa un vistazo por dentro!
Durante varios días, no he podido sacarme de la cabeza la historia de esta mujer excepcional. Su hogar está lejos de mi estilo personal y carece de cualquier indicio de minimalismo escandinavo. Sin embargo, el viaje que emprendió para vivir aquí es verdaderamente impresionante.
Con 71 años, ha pasado la mayor parte de su vida en la ciudad finlandesa de Turku, trabajando como artista para diversas empresas. Cuando la jubilación llegó, dejó su trabajo para empezar a vender sus únicas pinturas sobre vidrio. Aunque las ganancias eran modestas (incluso ahora, sus obras se pueden comprar por alrededor de 8 a 10 euros), eran suficientes para cubrir sus gastos esenciales y pagar su préstamo.
Su nombre es Hilkka. A los 51 años, a principios de la década de 2000, sorprendió a todos con una decisión audaz de cambiar radicalmente su vida. Hilkka vendió su apartamento en Turku, pidió dinero prestado a su hermano y solicitó un préstamo, luego otro, para comprar un viejo molino en su ciudad natal y convertirlo en un hogar-galería, un lugar donde pudiera vivir, pintar sus obras y recibir visitas.
En ese momento, el molino era una estructura abandonada construida en la década de 1920, rodeada de malas hierbas que alcanzaban grandes alturas. Nadie creía que pudiera lograrlo, ya que el edificio había estado desocupado durante años y tenía un precio elevado. Se necesitaba una inversión significativa para la renovación. Hilkka vendió todo: su apartamento, su coche, sus joyas y muebles. Solo conservó su bicicleta y un único conjunto de ropa.
Dentro, desmontaron parcialmente las estructuras, aislaron el techo e instalaron calefacción por suelo radiante. No solo trabajadores contratados ayudaron con las renovaciones, sino también voluntarios, residentes locales y el amigo de la infancia de Hilkka con su hijo manitas.
Hoy en día, el antiguo molino se ha convertido en su verdadero hogar: en el primer piso, creó un estudio que también funciona como galería, mientras que el segundo piso alberga su espacio vital. Hilkka admite que a menudo ha dudado de la sabiduría de esta compra, pero ahora, a los 71 años, no se arrepiente de su decisión.