En la década de 1930, una mujer llamada Alma construyó una pequeña cabaña de madera. Cada verano, hasta el final de su vida, venía aquí en busca de soledad, a veces acompañada por su hermana mayor y su sobrina.

Los siguientes propietarios cuidaron de este encantador refugio durante otras tres décadas antes de que se traspasara a los actuales residentes. En honor a la constructora original, aún se le llama cariñosamente la Cabaña de Alma, un nombre que se siente atemporal y lleno de nostalgia. Siempre he admirado a aquellos que rinden homenaje al pasado con tanto respeto.

La cabaña cuenta con una cocina, sala de estar, dormitorio y porche. Desde el exterior, se ve realmente pequeña. Elsa y su familia compraron esta casa en 2013. El estilo en ese momento era completamente diferente. La pareja realizó una serie de cambios, dándole su toque personal.

Observa cómo la paleta de colores y la elección de muebles hacen que el espacio se sienta más amplio. Elsa eligió personalmente todos los colores y la decoración, mientras que su esposo se encargó de las renovaciones.

El diseño es sencillo pero moderno. Ahora, echemos un vistazo al área que rodea la cabaña.

Hay un acogedor comedor con vista a la naturaleza. Y para finalizar, aquí tienes un vistazo a esta cabaña privada: un refugio perfecto para una pequeña familia.