Una niña nacida con un defecto en la pierna fue abandonada en el hospital de maternidad por su madre: ¡creció y se convirtió en campeona!

 Una niña nacida con un defecto en la pierna fue abandonada en el hospital de maternidad por su madre: ¡creció y se convirtió en campeona!

Cuando una joven de diecisiete años de Irkutsk tomó la difícil decisión de abandonar a su hija recién nacida debido a sus piernas subdesarrolladas, sin saberlo, allanó el camino para un viaje extraordinario. Historias como estas son raras, pero la pequeña Tanya tuvo suerte. A pesar de su condición congénita, se convirtió en una nadadora destacada en Estados Unidos, ganando numerosas medallas en los Juegos Paralímpicos.

Oleg y Natalia eran apenas adolescentes cuando se enteraron de la inminente llegada. Oleg, con dieciséis años, y Natalia, apenas diecisiete, enfrentaron la desalentadora realidad de dar la bienvenida a un niño prematuro, sin tibias, tobillos y talones. Mal preparados para cuidar a un niño con discapacidades y enfrentando la oposición de la madre de Natalia, la pareja tomó a regañadientes la decisión de renunciar a su hija.

Entre consejos de todas partes, la joven madre colocó a la pequeña Tanya en un orfanato, con planes de recuperarla una vez que fueran financieramente estables y capaces de brindarle atención adecuada. Sin embargo, el destino intervino cuando una familia estadounidense se presentó. Stephen y Elizabeth Long adoptaron a la niña, cambiándole el nombre a Jessica, y la colmaron de amor, dedicación y recursos. A pesar de someterse a amputaciones de piernas hasta las rodillas, Jessica prosperó bajo su cuidado, adaptándose rápidamente a la vida en su nueva familia estadounidense. Animada por sus padres adoptivos, abrazó el deporte y destacó en la natación junto a sus hermanos.

Reconociendo el talento de Jessica, sus padres la inscribieron en programas deportivos donde entrenó junto a niños sin discapacidades. En pocos años, Jessica consiguió un lugar en el equipo paralímpico, haciendo su debut en los Juegos de 2004 en Atenas. Su notable desempeño, que le valió tres medallas de oro, captó la atención a nivel mundial. Los Juegos Paralímpicos posteriores en Londres consolidaron aún más su estatus como una sensación de la natación.

En un giro serendípico, el viaje de Jessica la llevó de regreso a Rusia cuando un periodista se ofreció a ayudarla a localizar a sus padres biológicos. El encuentro con Oleg y Natalia, quienes aún estaban juntos criando a su familia, resultó ser un reencuentro conmovedor. A pesar de no conocer los logros de Jessica, se regocijaron en su éxito. A lo largo de los años, Jessica continuó rompiendo récords y encontró el amor, marcando una década desde su reunión con su matrimonio. Su historia es un testimonio de resiliencia, determinación y el poder de los lazos familiares.

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